La lluvia ácida es un fenómeno que afecta a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, especialmente durante la temporada de lluvias. Este fenómeno se produce cuando los gases contaminantes reaccionan con el agua en la atmósfera, creando compuestos ácidos que se depositan en la superficie, lo que plantea serios desafíos ambientales y de salud pública. Desde finales de los años 80, se ha realizado un monitoreo continuo para entender sus efectos y buscar soluciones.
¿Qué es la lluvia ácida?
La lluvia ácida se define por un pH inferior a 5.6, resultado de la interacción entre el agua y contaminantes como el dióxido de azufre (SO₂) y los óxidos de nitrógeno (NOx), que generan ácido sulfúrico (H₂SO₄) y ácido nítrico (HNO₃). Aunque en condiciones naturales la lluvia es levemente ácida debido al dióxido de carbono (CO₂), las actividades humanas han exacerbado este fenómeno, aumentando su acidez y sus efectos nocivos.
Monitoreo de la lluvia ácida en la Ciudad de México
La Red de Depósito Atmosférico (REDDA) es la responsable de monitorear la contaminación que se deposita en la superficie en forma de partículas o en el agua de lluvia. Desde 1988, el Sistema de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México (SIMAT) realiza muestreos semanales en 16 estaciones. Las funciones principales de la REDDA incluyen determinar la variabilidad de la deposición, evaluar las estrategias de control de emisiones y generar información para entender su impacto en la vegetación y la infraestructura urbana.
Causas de la lluvia ácida
De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA), aproximadamente el 84% de los NOx proviene de fuentes móviles, particularmente del transporte público y privado. Por otro lado, el 39% del SO₂ se origina en actividades industriales. Las emisiones de combustibles fósiles, junto con las liberaciones de SO₂ y NOx por parte de fábricas y vehículos motorizados, son las principales causas de este fenómeno perjudicial.
Efectos perjudiciales de la lluvia ácida
La lluvia ácida provoca una serie de efectos adversos en el medio ambiente, la infraestructura y la salud humana. Entre sus consecuencias se encuentran el daño a la vegetación, que afecta la productividad agrícola y forestal; la acidificación de cuerpos de agua que altera el pH de lagos y ríos; y el deterioro de infraestructuras como edificios y monumentos, lo cual representa un costo significativo para las ciudades. Además, contribuye a problemas respiratorios en la población, aumentando los riesgos asociados a la contaminación del aire.
Impacto en la Ciudad de México
En la Ciudad de México, los estudios han demostrado que el pH ácido de la lluvia reduce la cantidad de clorofila en especies arbóreas abundantes, lo que acelera la degradación de materiales de construcción habituales. Esto no solo afecta el paisaje urbano, sino que también tiene repercusiones en la calidad de vida de sus habitantes.
Medidas para controlar la lluvia ácida
Desde hace varias décadas, se han tomado medidas en la Ciudad de México para mitigar las emisiones contaminantes. Esto incluye la promoción del uso de combustibles más limpios, el fortalecimiento de la verificación vehicular y la regulación de emisiones industriales. El monitoreo constante que realiza REDDA y SIMAT facilita la identificación de tendencias y el ajuste de políticas ambientales, con el fin de combatir la lluvia ácida de manera efectiva.