Si alguna vez has caminado por las calles de la Ciudad de México o de cualquier ciudad mexicana, seguramente has notado el caos aéreo formado por cientos de cables colgando peligrosamente de los postes. Para muchos turistas, esto resulta fascinante e incluso exótico; para los habitantes, sin embargo, es una molestia diaria que implica riesgos serios.

    El problema: toneladas de cables inútiles

    De acuerdo con expertos, en la Ciudad de México hay aproximadamente 30 mil toneladas de cable suspendido en postes—el peso equivalente a 3 mil camiones de carga. Lo preocupante es que alrededor del 65% de este cableado está en desuso, representando unas 19 mil 500 toneladas de auténtica basura aérea.

    Los cables que se acumulan provienen de telefonía fija, televisión por cable, fibra óptica y redes eléctricas. Empresas como Telmex, Izzi, Totalplay y Megacable instalan continuamente nuevas líneas, pero rara vez retiran las obsoletas. Esto genera saturación y riesgos.

    Riesgos para la población

    El descontrolado cableado no solo representa un problema estético. Los cables colgantes pueden provocar accidentes graves: desde caídas hasta cortocircuitos, poniendo en riesgo a peatones, ciclistas, motociclistas y automovilistas.

    Bomberos y expertos en Protección Civil advierten sobre el creciente peligro: postes debilitados por décadas de sobrecarga podrían colapsar ante fuertes vientos, sismos o lluvias intensas, eventos cada vez más frecuentes debido al cambio climático.

    Además, el cableado aéreo afecta la calidad del alumbrado público. Se estima que, en una escala de 1 a 10, la mayoría de las calles mexicanas apenas alcanza un nivel 5 en iluminación, lo que incrementa la percepción de inseguridad y facilita la delincuencia.

    ¿Cuál es la solución?

    La alternativa ideal es clara: enterrar o soterrar los cables. Esto ya se ha hecho en algunas áreas privilegiadas como la Avenida Masaryk en Polanco, así como en ciertos pueblos mágicos del país. Aunque es una solución efectiva, el alto costo y la falta de regulación clara han retrasado su implementación masiva.

    Sin embargo, esta situación podría estar a punto de cambiar radicalmente.

    La nueva Ley de Telecomunicaciones: una oportunidad para poner orden

    Recientemente, el Senado y la Cámara de Diputados aprobaron una reforma crucial: la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión. Seguramente ya has escuchado sobre esta polémica ley, donde se concretó la desaparición del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), se aprobó la geolocalización en tiempo real y se criticó bastante el fuerte control que tendrá el Estado sobre los medios de comunicación. Sin embargo, esta nueva ley también contiene algo potencialmente positivo: establece explícitamente la obligación de que empresas proveedoras de servicios como televisión por cable, internet y telefonía retiren los cables en desuso y soterren gradualmente los activos.

    El artículo 126 de la ley indica que será la nueva Comisión Reguladora de Telecomunicaciones quien defina lineamientos técnicos para este proceso. Este soterramiento será gradual y estará sustentado en análisis costo-beneficio, evitando así cargas económicas excesivas para las empresas y garantizando que los costos no se trasladen a los consumidores.

    Empresas como Telmex, Izzi, Megacable y Totalplay deberán adaptarse y comenzar a retirar paulatinamente la maraña de cables obsoletos que hoy en día cuelgan peligrosamente sobre nuestras cabezas.

    Avances y retos hacia el futuro

    Actualmente, la Ciudad de México ya ha iniciado esfuerzos importantes. Durante 2023, por ejemplo, se retiraron más de 626 kilómetros de cable en desuso, equivalentes a 7 toneladas de residuos, gracias a convenios entre autoridades y empresas. Además, existe un sistema ciudadano de reporte para detectar puntos peligrosos, permitiendo que las autoridades intervengan rápidamente.

    El objetivo es claro y contundente: mejorar la imagen urbana, proteger la seguridad de los ciudadanos y garantizar una infraestructura moderna y resiliente frente a fenómenos naturales.

    ¿Será esta reforma el principio del fin de la jungla aérea mexicana? Solo el tiempo lo dirá, pero las bases legales y las primeras acciones ya están sobre la mesa. Es ahora responsabilidad conjunta del gobierno, las empresas y los ciudadanos exigir y participar activamente para lograr ciudades más seguras, estéticas y modernas.

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