Durante el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, llevado a cabo en la Basílica de San Pedro, el Papa León XIV instó a los asistentes a reflexionar: «Hermano, hermana, ¿dónde estás?». Esta pregunta resuena profundamente en un mundo marcado por el «negocio de la guerra», donde los migrantes son «despreciados», los pobres son culpados de su miseria y quienes sufren la soledad se sienten invisibles. La solución propuesta es redirigir nuestras vidas hacia un camino de «crecimiento y desarrollo» más compasivo.
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
“Hermano, hermana, ¿dónde estás?”
Esta pregunta es vital para aquellos que sufren a causa de la violencia de la guerra, que huyen de sus países y que se encuentran rechazados y encarcelados. También es relevante para los pobres que cargan con el peso de su situación, y para aquellos que, en medio de la hiperconectividad, enfrentan una soledad abrumadora. Debemos responder a este silencio con valentía, eligiendo una nueva dirección en nuestras vidas. La guerra debe ser opuesta por una economía fundamentada en el cuidado, la generosidad y la confianza mutua.
Este es el mensaje central que el Papa León XIV compartió durante la tercera edición del Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, que se realiza el 12 y 13 de septiembre. El evento, patrocinado por la Basílica de San Pedro, incluye 15 paneles temáticos y talleres con la participación de figuras relevantes como el cardenal Mauro Gambetti, Graça Machel Mandela y la Premio Nobel de la Paz, Maria Ressa.
Un clamor por la paz
El tema central de este encuentro es un firme “no” a la guerra. Como señaló el Papa, “soportar y transformar el conflicto debe ser el camino”. Se trata de una sabiduría “silenciosa” capaz de unir diversas culturas y religiones mediante el reconocimiento de la fraternidad. Este enfoque busca no solo la resolución de conflictos, sino también su transformación en oportunidades de crecimiento.
La violencia no puede ser la norma
León XIV recordó que la violencia ha sido parte de la historia humana desde los relatos de Caín y Abel. Sin embargo, no debemos aceptar esta realidad como algo normal. La verdadera norma es la pregunta divina: “¿Dónde está tu hermano?”, convirtiéndose así en un llamado a la justicia y a la reconciliación en nuestra sociedad contemporánea.
La lucha por los marginados
En la actualidad, tanto la pregunta sobre la ubicación de nuestros hermanos y hermanas como la búsqueda de soluciones a la guerra son más cruciales que nunca. El Papa interpela: “¿Dónde estás en el negocio de guerras que destruyen vidas?” y llama a no permanecer en silencio ante el sufrimiento de migrantes rechazados y de pobres olvidados. Se debe fomentar un nuevo modelo de vida que no ignore las realidades de quienes nos rodean.
El valor intrínseco del ser humano
El Papa enfatizó que reconocer a cada ser humano es esencial en nuestra lucha por la amistad social. En su encíclica Fratelli tutti, se afirma que es fundamental considerar el valor de cada vida, sin importar las circunstancias. La fraternidad nos invita a redescubrir el rostro del otro y buscar una convivencia que trascienda diferencias étnicas o sociales.
Un llamado a la acción
León XIV culminó su discurso solicitando que los proyectos de solidaridad incluyan a los pobres no como meros receptores de ayuda, sino como actores activos en su propio desarrollo. Se necesita crear una “alianza humana”, fundamentada en el cuidado, la generosidad y la confianza, donde cada persona tenga voz y lugar en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Finalmente, el Papa agradeció la participación de artistas y líderes en la promoción de esta cultura de fraternidad, recordándonos que el mandato de amar al prójimo, tal como enseña el Evangelio de Juan, sigue siendo un compromiso fundamental para todos.