El arzobispo Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, destaca la importancia de ayudar a los jóvenes a sortear los peligros de una época marcada por conflictos, delincuencia y violencia. En este contexto, se hace un llamado a padres, educadores, políticos, periodistas y organizaciones religiosas a desempeñar un papel fundamental en la construcción de una cultura de paz.

    Desafíos del siglo XXI para los jóvenes

    Hoy en día, muchos jóvenes enfrentan una serie de desafíos derivados de los conflictos armados, el desplazamiento forzado, la radicalización y la violencia, sobre todo la que se manifiesta en el ámbito digital. Estas problemáticas generan gran preocupación en la Santa Sede, que ve en ellas una amenaza al futuro de la juventud. El arzobispo Gabriele Caccia abordó estos temas en su discurso del 2 de septiembre en Nueva York, durante el Foro de Alto Nivel sobre la Implementación del Programa de Acción para una Cultura de Paz, titulado “Empoderar a los jóvenes para una cultura de paz”.

    La educación como herramienta clave

    El arzobispo Caccia resalta que para lograr que los jóvenes promuevan y fortalezcan la amistad social, es esencial brindar apoyo y aliento. Esto les permitirá apreciar las diferencias y la complementariedad de cada individuo, prefiriendo el diálogo a la confrontación y buscando de manera colaborativa el bien común, siempre respetando la dignidad humana. En este sentido, recalca la relevancia de los artículos 4 y 8 de la Declaración sobre la Cultura de la Paz, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999, que subrayan que la educación es un pilar fundamental para construir una cultura de paz.

    El papel de las comunidades en la educación de valores

    Caccia hace hincapié en que el entorno donde los jóvenes se desarrollan—familias, escuelas, grupos religiosos y comunidad en general—es crucial para inculcar valores y actitudes que fomenten la resolución pacífica de conflictos. Estas instituciones son responsables de formar individuos que respeten la dignidad humana y abracen un espíritu de tolerancia y no discriminación.

    Fraternidad y amistad como motores de cambio

    Recordando la llegada de un millón de jóvenes a Roma en agosto para el Jubileo de la Juventud, el arzobispo Caccia pone de manifiesto la importancia de la fraternidad y la amistad. Estos valores pueden transformar el mundo y fomentar un ambiente en el que el diálogo prevalezca sobre la violencia y las armas. La promoción de la paz es fundamental para construir un futuro más esperanzador y armonioso.

    El mensaje de paz para la juventud

    Al finalizar su intervención, Caccia se refirió al mensaje de León XIV para la Jornada Mundial de la Paz de 2026: “La paz sea con todos ustedes: hacia una paz desarmada y desarmante”. Con estas palabras, el arzobispo anhela que los jóvenes acepten esta invitación a promover la paz en cada ámbito de sus vidas—ya sea en el hogar, la escuela, el trabajo o el deporte—difundiendo un mensaje auténtico de esperanza y fraternidad entre todos los pueblos.

    Cultura de paz como responsabilidad colectiva

    Es imperativo que cada miembro de la sociedad—desde el núcleo familiar hasta las instituciones educativas y organizaciones comunitarias—se comprometa a crear un entorno que favorezca la cultura de paz. Esto no solo prepara a los jóvenes para enfrentar los desafíos del mundo actual, sino que también contribuye a la construcción de comunidades más cohesionadas y solidarias.

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