Analistas sugieren que la eventual caída del líder supremo de Irán, el ayatollah Ali Khamenei, no garantizaría la instauración de un régimen democrático en el país. La oposición en Irán se encuentra profundamente dividida, lo que complicaría la transición hacia un gobierno estable.
Recientemente, Israel intensificó sus bombardeos, dirigidos no solo a instalaciones nucleares y balísticas en Irán, sino también a infraestructuras como la radiotelevisión pública (IRIB). Este enfoque revela una intención clara de cambiar el régimen en lugar de simplemente abordar la proliferación de armas nucleares.
El expresidente estadounidense, Donald Trump, ha afirmado tener información sobre la localización de Khamenei, lo que ha generado dudas sobre el futuro del régimen dirigido por los ayatollah desde la revolución islámica de 1979. Sin embargo, la posible caída del régimen despierta una serie de interrogantes sobre el futuro político de Irán.
En Europa, los gobiernos expresan su preocupación por posibles repercusiones similares a las consecuencias de la invasión de Irak en 2003 o la intervención de la OTAN en Libia en 2011. La caída de los regímenes de Sadam Husein y Muamar Gadafi resultó en años de caos y violencia, lo que ha llevado a un aumento de la cautela sobre cualquier acción militar.
Durante la cumbre del G7 en Canadá, el presidente francés Emmanuel Macron advirtió que buscar un cambio de régimen en Irán a través de medios militares podría resultar en un caos. Resaltó la experiencia pasada en Irak y Libia como ejemplos de decisiones desafortunadas y sus efectos duraderos sobre la estabilidad regional.
Los analistas, como Nicole Grajewski del centro de estudios Carnegie Endowment, señalan que los ataques israelíes parecen orientarse más hacia un cambio de régimen que a detener la proliferación nuclear. Si bien se enfocan en instalaciones militares, también apuntan hacia líderes y símbolos del régimen, como se evidenció en los ataques a la televisión pública.
Reza Pahlavi, hijo del derrocado sha de Persia, considera que la República Islámica está “al borde del colapso”. Sin embargo, su apoyo entre los exiliados y dentro de Irán no es mayoritario, en gran medida debido a sus lazos controvertidos con Israel y el nacionalismo que ha refugiado a muchos ciudadanos iraníes.
Otro actor en la oposición es la Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán (OMPI). Sin embargo, su liderazgo y su pasado colaboracionista con Sadam Husein generan recelo entre otros grupos opositores. Según el profesor Thomas Juneau, no existe una alternativa democrática organizada en caso de un colapso del régimen, lo que alimenta el temor a un posible golpe de estado de la Guardia Revolucionaria, que podría transformar la teocracia en una dictadura militar.
Por último, la complejidad étnica de Irán, que incluye poblaciones kurdas, árabes, baluchíes y túrquicos, junto a la mayoría persa, añade una capa adicional de caos en caso de un cambio de régimen. La situación actual exige un análisis cuidadoso y una consideración profunda de los posibles escenarios futuros.